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Una vez más vuelvo a abrazarme a mí misma antes de salir ahí afuera. Fuera de las sábanas no hay abrazos que valgan, y abundan las tempestades. Levanto las velas y las cortinas. Me despego de la cama, haciéndome la misma maldita pregunta de siempre. Desnuda, para variar, intentando buscar las chanclas por algún lugar de la habitación, no sé dónde las dejé, como tampoco sé donde dejé las ganas de vivir. Y con ojos tan abultados una poco puede buscar ambas cosas. La marea solo trae mierda al fin y al cabo. Me quiero vestir y navegar con lo más bonito que tenga, por eso de decora

No son jovenes esas manadas de cuerpos desarmados que se desparraman como ratas en un laberinto de discotecas, relaciones, drogas y esclavitudes diversas. Andan creyendo saber sin saber nada, y cuando un muro se cruza repentinamente entre sus rostros vacios, se estampan como esas hojas caidas en otoño sobre el suelo... caminando hacia ningun lugar. Recorren rebeldias sin causa cuando deciden trabajar un verano entero con destino ''ir de compras'', cuando dejan los estudios porque son muy adultos... se les arruga el alma cuando abogan sobre los ''no se qué'' o ''yo soy muy libre''. Porque no existen pupilas desgastadas de tanto lu

''La gente no sirve para nada!'' Quiero gritar eso bien alto, pero tengo que aceptarlo antes de poder decirlo realmente. Los filósofos clásicos creian que habia dos puertas al corazón humano: El miedo y el deseo. La crueldad, la brutalidad y la atrocidad son todas hijas del miedo, creo yo, y los humanos pueden encontrar placer en ellas. Tienen un deseo adictivo hacia ellas. Si encuentran la paz, se buscan a 'otro' con el que discutir. Las guerras empiezan especificamente por el deseo humano, ¿No es cierto?. El animal humano quiere la guerra. Una vez enganchado a ella, matar y torturar es como dar un paseo por el parque